Nuestro trabajo en Mas Clarella

aparición en el periódico "El 9 NOU"

Aparición en el periódico «El 9 NOU» con la presentación del proyecto en el que estamos involucrados, Bodegas Mas Clarella.

19 de Septiembre de 2021

Un Rosado, por favor!

Un Rosado, por favor!

Por Gregorio Gordaliza Valbuena.

Hoy, para tranquilidad de nuestros lectores, voy a intentar no escribir nada de la desgracia, con disfraz de helada primaveral, que arrasó nuestros viñedos la madrugada del 27 de abril  y no por nada en particular, si no por que considero que ya se ha hablado demasiado, y se hablará, en los próximos meses, prefiriendo buscar otros temas menos dolorosos para nuestros viticultores. No obstante me gustaría poner una pizca de positivismo y es que, como bien han podido ver todos aquellos que se hayan acercado a nuestros viñedos riojalteños y alavases, en estos pasados días, ya se pueden apreciar mas colores que el marrón en nuestras parcelas. Esperemos que esta nueva brotación venga cargada con mas racimos de los que podríamos pensar hace solo unos días.

Volviendo al tema de partida, igual que pasa con muchos  de mis compañeros de profesión, siempre que viajo a Madrid me gusta ir a visitar una serie de vinotecas y tiendas especializadas de vino, donde tengo la posibilidad de ver algunos de los nuevos vinos españoles y extranjeros que hay en el mercado, nuevos diseños de etiquetas, nuevas botellas, añadas…etc. 

En mi ultimo viaje, como no podía de ser de otra manera, me acerque a una vinoteca muy famosa que hay en el centro de la ciudad con la intención de comprar algo de vino, ya que se acerca el calor y siempre me gusta tener algo de vino rosado que tomarme en las tardes calurosas del verano, el cual en muchas ocasiones, suelo mezclar “sacrilegamente» con un poquito de gaseosa. 

Entré en la vinoteca y me fui decidido a la zona de rosados y una vez que llegue allí quede desolado ante la perspectiva que se me presentaba. La gran mayoría de los rosados españoles que había en la tienda presentaban prácticamente el mismo color, independientemente de la zona de producción y de la variedad, todos presentaba un color digamos entre el rosa palo (como diría mi mujer) y el salmón ahumado. Inmediatamente me hice esta pregunta, ¿donde han ido a para los rosados típicos españoles?, los Navarros con su garnacha y su característico color rojo rubí (vino ademas por el que han sido conocidos en todo el mundo),  los Cigales, con una menor intensidad, los rosados de Bobal de la zona sur (con una capa mucho mas intensa), los madreados de Prieto Picudo de la zona sur de león, con una cierta aguja natural,  esos que vuelven locos a los asturianos, habían desaparecido prácticamente todos.

Sin mas dilación fui a hablar con un dependiente de la tienda y le pregunté por esta cuestión y me contesto que el rosado estaba de moda en el mundo y que era así como lo quería los consumidores, sobre todo en Estado Unidos y que muchas de las bodegas españolas habían cambiado a este tipo de color, con el objetivo, lícito, por otra parte,  de intentar vender mas.

Esta contestación me hizo pensar en como una moda pasajera, no dudo que esta tendencia cambiará a otra en no mucho tiempo, igual que ha pasado siempre en el mundo del vino, ha podido cambiar la forma de elaborar histórica de muchas de nuestras regiones, presentando vinos que se alejan mucho del concepto de tipicidad, con el que algunos se llenan la boca constantemente, en post de una supuesta rentabilidad económica, que no es tal , ya que viendo el precio de muchos de esos vinos, me hace pensar en que se tiene que vender muchas, muchas, botellas para que se justifique un cambio así.

Espero, al menos, que este cambio les haya valido para algo y que no sea un capricho del importador de turno que intenta buscar vender un copia mas barata del estilo tradicional de la provenza francesa… (como si aquí no hubiese estilos tradicionales de elaboración tan o mejores que el provenzal).

8 de Mayo de 2017

Artículo publicado en Diario de La Rioja.

Un verano lleno de sobresaltos

Un verano lleno de sobresaltos

Por Gregorio Gordaliza Valbuena.

El pasado 21 de septiembre dimos por finalizado el verano 2017, tal y como empezó. Un verano lleno de sobresaltos que abarcaban y abarcan aspectos de la vida político social  española, con tensiones entre diferentes partes de nuestra geografía (no quiero pronunciarme al respecto), con mortales terremotos, huracanes, tensiones entre el hombre del pelo naranja y un coreano gordo y malo, atentados terroristas sin ningún escrúpulo ( si se puede tener escrúpulos cuando  matas a alguien) y un sinfín de cosas más, que nos han obligado en muchos casos a desconectarnos de televisión, prensa, escrita o digital, para conseguir vivir un poquito mas tranquilos.

En esa búsqueda de mi tranquilidad yo me adentraba en mis viñas con el objeto de alejarme de esas tensiones que se vivían en la calle (me tocó ir a Cataluña a trabajar  en esos días convulsos y se palpaba una tensión que yo nunca había visto ni sentido), pero para todo mi asombro y desesperación, en el campo tampoco se estaba tranquilo. Y la culpa era la maldita helada, que nos dejo a todos congelados , la noche del fatídico 28 de abril. Me acuerdo que al día siguiente, subí a ver los viñedos afectados de la Rioja Alta y Alavesa y compañeros de este mismo periódico me llamaron para que evaluase, a simple vista, el panorama que se nos presentaba. Recuerdo que al periodista le comente que el grado de afectación era enorme y que creía que podía llegar al 90 % de daño en los viñedos afectado. Después de mi salieron otros colegas asesores y técnicos a dar sus opiniones comentando que era todavía pronto para evaluar el daño y que lo veríamos a lo largo de los días, pero que la viña era muy dura y que saldría adelante, con un daño final bastante menor de lo que se podía prever en un momento y que debíamos de no ser tan alarmistas.

El caso es que a mi  el daño  me pareció brutal, yo no había visto nunca, en mis 15 años  de profesión, una helada tan fuerte y devastadora, que además pillo a la viña en su momento mas sensible. Desgraciadamente el tiempo me ha dado la razón y el daño que vaticiné en un primer momento se acercó mucho al real.

Todos a lo largo del verano observábamos que los brotes nuevos, en muchísimos casos, siempre y cuando saliesen, venían sin ningún racimo o en el caso de que se viese alguno, este nunca llegaba a un buen puerto, es decir, a configurar un autentico racimo.

Además como invitado a esta desagradable fiesta se nos juntó una sequía tal, que hacía que las plantas estuviesen aún mas débiles de lo que la propia helada les había dejado.

Ante esta tesitura, aparecieron los tópicos y los típicos, que se aventuraban a decir que al menos, en este estado, las uvas supervivientes se pagarían muy caras y que había que poner al mal tiempo buena cara…en fin el que no se consuela es por que no quiere. 

Así que con esa cantinela del precio y con la esperanza de tener mas uva de la que ,engañándonos a nosotros mismos, veíamos, hemos ido pasando el verano. Afortunadamente para el sector hemos aprendido de los errores y no hemos repetido el boom que se origino en los precios de la uva, también curiosamente después de otra helada, aunque no tan fuerte como esta, a finales de los años 90 y que fue la causante de la crisis del sector vitivinícola que se origino posteriormente. Desde todos los estamentos vinculados al Rioja se ha aconsejado por una cautela en los precios que no nos perjudique para un futuro, ya que los precios medios de venta del vino de Rioja en el mundo (se pueden ver las estadísticas del Consejo) no nos da demasiado margen de maniobra. Afortunadamente, esos precios se han moderado, asumiendo la lógica y razonada subida cuando se produce un efecto de demanda, mas que de oferta. Pero lo que si se ha confirmado es que la helada fue devastadora y brutal, que ha marcando la vendimia, para desesperación de viticultores y bodegueros, y que por desgracia marcará la evolución de  nuestros viñedos en el próximo año y aún mas, si como se ha predecido, será un otoño seco. Esperemos que en los otros aspectos, al menos este otoño, que acabamos de estrenar, sean algo mas tranquilos, para alivio de todos,  que en este extraño verano del 2017.

26 de Septiembre de 2017

Artículo publicado en Diario de La Rioja.

Daños colaterales

Daños colaterales

Por Gregorio Gordaliza Valbuena.

Ya estamos bien inmersos en un nuevo año y vemos desde lejos todo lo acontecido en el año 2017, que para desgracia de muchos, y consuelo de otros, no ha sido un año para enmarcar. No quiero yo volver a incidir en todos los acontecimientos negativos acaecidos en tal aciago año, sobre todo desde el punto de vista agrícola, aunque también en otros aspectos socio culturales, puesto que ya se han escrito muchas páginas al respecto y han corrido ríos de tinta con diferentes opiniones, interpretaciones e incluso hasta alguna justificación que otra.  

Pero al contrario de lo que podíamos pensar y haciendo únicamente referencia al año agrícola, la pesadilla de lo acontecido en la primavera del 2017, mas en concreto en la nefasta noche del 29 de abril, vuelve  aparecer en nuestras vidas. 

Una vez pasadas las navidades, con sus consiguientes empachos de langostinos, cordero, turrones y vino, como no podría ser de otra manera, los viticultores han vuelto al campo para reanudar sus quehaceres diarios y han vuelto a experimentar el recuerdo de la helada de abril, al ver el estado de sus viñas. Esto no es exclusivo de nuestros viticultores, si no que es extensible a todos los viticultores del norte de España e incluso allende de nuestras fronteras, puesto que en Francia, Alemania e Italia, también se han encontrado con esta sensación, ya que al parecer, la globalización, que tanto nos gusta para otros menesteres, también ha llegado al clima y los accidentes meteorológicos, que en la mayoría de los casos eran puntuales de cada región, este año nos han golpeado a todos, en conjunto, de una manera ciertamente preocupante.

Pero volviendo a nuestro terruño, nuestro viticultores han cogidos sus tijeras y se han dirigido a sus parcelas a realizar la labor, por otro lado mas bonita, importante y seguramente mas gratificante de todas las que hacen a lo largo del año, que es la poda. El nivel de desesperación de alguno ellos es grandísima, según sus propias palabras – las viñas este año, no hay por donde cogerlas-  y es que tienen toda la razón. Después de la helada y de las pocas labores que se han hecho sobre las cepas, han generado en los viñedos una estampa dantesca de las viñas, y en algunos casos las mismas adquieren cierto aspecto grotesco.

Los viticultores se enfrentan a viñas muy difíciles de podar, ya que los rebrotes que se produjeron y que no quitaron, con cierta justificación, después de la helada, están generando un problema grande en la poda. Muchos mas cortes en la madera de los que nos gustaría y de los que son recomendables y en muchos casos hasta reformaciones de las cepas de viñedos enteras, ya que el desarrollo de los brotes no fue el deseado y prácticamente no se ha generado poda alguna, pues además hay que sumar al efecto negativo de la helada una pertinaz sequía que “remato” nuestras expectativas de una buena recuperación de nuestros viñedos.

Todo esto hace que la labor de poda, que de por si ya es complicada y fundamental para un buen desarrollo de nuestros viñedos, sea llevada a cabo de una manera muy profesional y minuciosa. Este año si que no es para aquellos que quieren rebajar costes si o si y contratan cuadrillas de cortadores de madera, este poda si que es para viticultores de verdad, puesto que no solamente va a tener repercusión en esta campaña, sino que en muchos casos, la reestructuración es tan fuerte que afectará al futuro de muchos de nuestros viñedos.

Así pues, volvemos a a rememorar otra vez nuestra pesadilla que aparece de manera implacable y nos golpea con su mazo para que no podamos conciliar un sueño, que por otra parte se merecen nuestros viticultores, cansados ya de sufrir por un año aciago y nos hace pensar y reflexionar, en lo duro de una profesión, la de agricultor, donde todavía hay muchos factores que no se pueden ni se podrán controlar nunca.

 

23 de Enero de 2018

Artículo publicado en Diario de La Rioja.

Son tiempos para la viña!!!

Son tiempos para la viña!!!

Por Gregorio Gordaliza Valbuena.

Con esta afirmación, no sólo quiero referirme a que estamos en uno de los momentos de  mayor desarrollo vegetativo de la planta, que por cierto, ha brotado de una manera más  regular y homogénea de lo que se pudiese esperar, después del «terroríficos año pasado» sino  por que también los diferentes interlocutores de este, nuestro sector, están empezando a dar la  importancia que se merece, y que un servidor lleva mucho tiempo demandando, a la viña.  

 En las últimas décadas llevamos observando cómo una gran parte del dinero del sector iba  a parar a la construcción de faraónicas bodegas firmadas por arquitectos del mayor  relumbrón, en las que en muchos casos se ha antepuesto la estética a la funcionalidad, y me  estoy acordando de una bodega, donde su mayor producción en ese momento era la  elaboración de maceraciones carbonicas y que después de acometer la nueva bodega, el  arquitecto no había previsto el llenado de los depósitos con uva entera y nos las veíamos  canutas, y perdón por la expresión, para poder afrontar dicha elaboración.  

 Por otro lado, hemos visto como las bodegas han desarrollado proyectos de i+d+i siempre  en temas relacionados con el vino, en la búsqueda de mayores aromas, mayor color…etc, e  incluso también hemos visto como las revistas y prensa especializada sacaba en sus portadas  a enólogos reputados que hablaban de sus vinos, como hijos pequeños, salidos de no sé muy  bien dónde.  

 Todo esto, por otro lado, está muy bien, y seamos justo en darle la importancia que se  merece, puesto que ha ayudado a posicionar al sector en boca de mucha gente, pero sin  embargo siempre se ha pasado por alto o muy de refilón, el factor más importante de la  cadena, que es el viñedo.  

 Afortunadamente, en los últimos tiempos, parece ser que esta tendencia se está revertiendo  y el viñedo está mucho más presente en bocas de estos «influencers» que le están dando la  importancia que se merece. No hay visita de «americanos» que se precie, que no prefieran  primero pasar por el viñedo, antes que por la bodega, pudiendo conseguir con esta visita  previa, las características de los vinos que se hacen en la bodega y también darles una  explicación real de las diferencias de precio en cada referencia. Por fin se han dado cuenta, que las bodegas, prácticamente son iguales en todos los lugares, ya que todas contienen  depósitos, barricas, huevos… etc, algunas más bonitas que otras, y hay que decirlo, pero la  esencia es la misma. Lo único que cambia en cada zona, región, provincia…etc es nuestro  viñedo, en algunos casos, cambian las variedades, en otras el sistema de conducción, en otras  su distribución en el terreno, la naturaleza de los suelos donde están ancladas…y que a parte  dar una riqueza paisajistica inigualable, conceden a cada terruño una diferenciación y una  riqueza que es la que nos puede hacer grandes.  

 Desde hace algún tiempo, ya hay bodegas que invierten parte de sus presupuestos de  investigación en el campo, contratan asesores, ingenieros agrónomos , técnicos que les ayuden  a potenciar ese patrimonio y esa diferenciación.  

 Ahora solo falta que algunas de esas revistas especializadas saquen en sus portadas a los  mejores viticultores, ingenieros o técnicos de campo, como ejemplo de esfuerzo, dedicación y  trabajo, pero eso ya es harina de otro costal, conformémonos en que empiezan a dar al  viñedo la impronta reinante que se merece, por qué, que yo sepa, el vino todavía se obtiene  de la uva. 

22 de Mayo de 2018

Artículo publicado en Diario de La Rioja.

La importancia de una buena poda

La importancia de una buena poda.

Por Gregorio Gordaliza Valbuena.

En todas las profesiones existen momentos en el que la realización de una actividad concreta adquiere vital importancia para el buen desarrollo de la profesión. En la viticultura esa actividad principal es la poda.

Hace un año aproximadamente, en otro artículo publicado en este periódico, establecía

la importancia del uso de personal especializado para dicha poda y “ denunciaba” la no utilización de cuadrillas profesionales en nuestros campos que garantizaran la realización de un trabajo eficaz y racional, puesto que el no cuidado de esta operación, provocaba que arrastrásemos deficiencias técnica a lo largo de todo el ciclo vegetativo.

Como todos sabemos ya, el Consejo Regulador va a poner en practica un nuevo reglamento o pliego de condiciones con el objetivo de implantar un nuevo, y no exento de polémica, visto lo de las vendimias pasadas, sistema de calidad (esta campaña será de prueba y adaptación pero de obligatorio cumplimiento para la campaña 2018) donde pone de manifiesto, la necesidad de cumplir con las exigencias productivas determinadas por los Servicios

Técnicos del Consejo, por lo que deberemos de adaptar nuestros viñedos a esta nueva normativa

y es en una buena y adecuada poda, donde nosotros podemos trabajar para limitar el número de yemas dejadas en nuestro viñedo regularizando así nuestra producción y reduciendo mucho las posteriores acciones que debemos tomar para cumplir fielmente con la nueva normativa.

Por lo tanto, mediante la poda, podemos determinar la carga de nuestro viñedo, es decir, el número de yemas fructíferas por hectárea. Este valor de carga estará íntimamente unido al rendimiento final de nuestra parcela, en consecuencia, con una buena poda y conociendo otros aspectos de nuestro viñedo (grado de fertilidad de nuestras yemas, vigor…etc), podemos ajustarnos muy mucho a los valores técnicos establecidos, como norma general por nuestro Consejo Regulador y reducir considerablemente los gastos adicionales que pudiesen surgir por ese posible exceso de producción en el que podríamos incurrir, derivado principalmente en un posterior aclareo de racimos, labor que como todos sabemos es altamente costosa, tanto económicamente como emocionalmente por nuestros viticultores.

En definitiva, vuelvo a incidir en poner en valor una práctica necesaria e imprescindible en nuestros modelos de viticultura y la necesidad de ser llevada a cabo por personal adecuado, con material técnico en perfecto estado y a ser posible supervisado por personas que conozcan los viñedos y su posterior desarrollo vegetativo, con el fin de poder ajustar esta a cada parcela podada y no basarnos solamente en criterios de rapidez y bajada de costes.

Pero en fin, quizás esto sea todavía mucho pedir.

24 de Enero de 2017

Artículo publicado en Diario de La Rioja.

Resumen de un año raro…

Resumen de un año raro...

Por Gregorio Gordaliza Valbuena.

Estamos ya en las postrimerías del año y desde todos los medios de comunicación empiezan a aparecer especiales, tanto visuales en la televisión, como en los suplementos que acompañan a las ediciones de los periódicos en el fin de semana, donde se intenta hacer un repaso de todo lo ocurrido durante el año, y que además, en este año 2016 vendrán cargados, ya que desde un punto de vista informativo ha sido un año muy intenso (elecciones con cierto “sorpaso” en EE.UU, la ingobernabilidad de nuestra querida España, guerras y atentados terroristas (esto desgraciadamente es norma general todos los años), terremotos, Olimpiadas, Eurocopa…etc hacen de este 2016 ciertamente un año para analizar.

De la misma manera, en lo que a nosotros nos respecta, ha sido un año extremadamente raro, puesto que veníamos de un 2015 muy benévolo en cuanto a lo climatológico, exceptuando a los que sufrimos dramáticamente los estragos de una tormenta de granizo a finales de agosto, que generó la vendimia mas temprana de la historia (por el Pilar practicamante  ya se había terminado la vendimia en La Rioja) y unos resultado cualitativos y cuantitativos muy óptimos.

Bajo estas premisas empezó un año 2016 que pasará a la historia como uno de los mas raros que se recuerdan. El invierno fue menos frío de lo normal, mas seco y solamente a finales del mismo (febrero y marzo) apareció el frío y un poquito de nieve (cada vez menos), iniciándose la primavera con lluvias abundantes (durante pocos días y prácticamente fueron las ultimas que sufrimos hasta bien entrado septiembre) y temperaturas mas altas de lo normal, con unos días a finales de abril, principios de mayo de un calor casi veraniego, lo que provocó una brotación optima, por lo rápida y homogénea que fue.

La floración fue también rápida y tranquila, sin demasiados sobresaltos, puestos que el clima era sano, sin excesivo viento, sin ninguna precipitación y nos indicaba que podía ser un buen año, tanto en la sanidad, como en calidad ( aunque nadie podría imaginarse lo que iba a desencadenarse en las vendimias).

Se empezó a “cruzar” un poco la evolución en el mes de junio y sobre todo julio, momentos cruciales para la viña, respecto a las enfermedades, ya que resuelto ser un inicio de verano extremadamente poco soleado, con temperaturas bastante bajas (recuerdo estar una noche en  San Torcuato – Rioja Alta- a mediados de julio  y el coche marcar 10 º C a las 23.00 de la noche). Esto desencadeno un ataque muy fuerte de Oidio en las zonas de Rioja Alta mas tardías y sobre todo en aquellos viñedos en espaldera que esperaron a que el racimo pesara un poquito para poder deshojar con máquina. Este ataque obligo a estar alerta a todos los viticultores de estas zonas , puesto que seguía habiendo condiciones optimas para su desarrollo y había reinfestaciones virulentas del hongo continuamente.

  Afortunadamente llego agosto y cambio radicalmente las tendencia de un verano anormalmente frío a sufrir los rigores de las altas temperaturas. Estas paralizaron los problemas con el Odio y generaron una evolución sanitaria muy optima en el viñedo, ya que seguía sin llover, minimizando la presión de enfermedades en el viñedo. Estas condiciones de sequía extrema que vivimos durante prácticamente toda la primavera, decir que el invierno fue bastante seco también, y durante el verano, generó un retraso en la evolución normal de viñedo que provoco que muchas parcelas, a finales de agosto sufrieran muchísimo estrés hídrico, llegando incluso a parar su actividad y no volver a retomarla, una de las causas principales de que muchos viñedos no ganasen mas azúcar hasta su vendimia.

En las visitas a los campos para aforar su producción, a finales de agosto- principios de septiembre, nos indicaban, que como había habido una buena floración/cuajado había una buena producción, pero que por lo efectos de la falta de lluvias, estos racimos estaban minimizados respecto a su peso, sin pensar por lo tanto, en una excesiva cosecha.

A mediados de septiembre, comenzó a llover intensamente, siempre en forma de lluvias dispersas, pero muy intensas. Este agua, que vino tan bien al cultivo, fue absorbida en prácticamente su totalidad por el racimos, efecto que es muy común en nuestro Tempranillo, aumentando el peso del racimo en casi el doble de aquellas mediciones que se habían realizado a finales de Agosto, pero ya era muy tarde para actuar, generando un aumento espectacular del rendimiento de los viñedos, con la consiguiente disminución del grado alcohólico y que en muchos casos, al estar ya la planta “tan parada” nunca llegaría a recuperarlo.

El aumento tan increíble  de la producción generó muchísimos problemas entre los viticultores y la D.O. ya que obligaron a tirar al suelo muchos millones de kg, en una decisión controvertida y discutible, y que generaría muchísimas opiniones, unos a favor y otros en contra, los que exigían que en situaciones excepcionales hubiese decisiones excepcionales.

Este es un breve resumen de este año 2016, tan distinto y diferente, que puede que no vuelva a suceder algo semejante nunca mas, o quien sabe, igual es la tendencia que vamos a sufrir en los próximos años, sea como sea, seguiremos intentando trabajar para producir una uva que es el motor de esta, nuestra “pequeña” y querida tierra.

30 de Noviembre de 2016

Artículo publicado en Diario de La Rioja.

Reuniones de verano.

Reuniones de verano.

Por Gregorio Gordaliza Valbuena.

Estamos ya en las postrimerías de este verano del 2016, que pasara a la historia por ser un verano seco y bastante raro en lo climatológico, alternando días y momentos de calor extremo y otros donde no parecía  que estábamos en verano, principalmente en los meses de junio y julio donde, sobre todo en la parte alta de la comunidad, donde durante un buen trecho del mes de julio las temperaturas no fueron muy altas, con un viento norte perpetuo y dominante de la situación y que seguramente marque las características de la uva de este año.

En independencia  de lo climatológico, el verano siempre ha sido y será un momento muy proclive  a reuniones, ya sean con amigos, cuando los “emigrantes” solemos volver unos días a nuestras casas de origen y a disfrutar de las fiestas de nuestros pueblos, o con familiares. Independientemente de con quien sea la reunión, siempre hay un momento dentro del ágape mucho mas tenso que otros, y para los que nos dedicamos al mundo del vino con mucho mas mas motivo, y es cuando llega la carta de vinos y toca elegir. Es mi momento preferido para ir al baño. Siempre se suele oir “ venga tú, que te dedicas al vino, elige” y en ese momento ya se que no voy a acertar, bien sea por el precio, por que no les gusta la variedad, la región, el color o simplemente para hacernos rabiar. Yo, muy cortésmente siempre cedo la susodicha carta a alguien de la mesa y en el 95 % de los casos siempre me la devuelven con la misma frase ”…no,no, que yo no entiendo”.

Esto que parece muy trivial me ha hecho siempre pensar en si estamos o no haciendo las cosas bien dentro del sector, sobre todo en comunicación, por que siempre me he preguntado, si es necesario saber de vino para poder disfrutar de uno en la mesa, y a la conclusión que siempre llego es que no, ya que existen muchísimos alimentos de los que desconozco su origen, como se plantan, recolectan, cultivan, envasan…etc y disfruto horrores con ellos en la mesa.

Y es que en el mundo del vino esto no ocurre, parece que hemos de saber las características de la variedad, años de la plantación, espaldera o vaso, si tiene aromas primarios, secundarios o terciarios, si huele a flores blancas, frutas o a pis de gato, si marida bien con un pescado blanco, azul, con salsa, sin salsa…etc y eso queramos o no, esta alejando a muchos, sobre todo jóvenes, de nuestro producto, yéndose a otras bebidas, donde la liturgia es menos exigente y simplemente, en la mayoría de los casos, estando fresca es suficiente para disfrutarla.

Y es que esos cursos de cata, generalmente dados por personas ajenas al sector, han hecho mucho daño.

Afortunadamente existen iniciativas que intentan acercar el vino al público en general, como la que se desarrolla en nuestra comunidad bajo el título de “Riojano Joven y Fresco” que tiene la finalidad de acercar el producto a un futuro consumidor joven, aunque solo sea un tipo de vino, en este caso vinos de año y que en mi opinión debería de ser extensible a toda la tipología de vinos que se hagan en nuestra denominación, o es que hay que tener 50 años para tomarse un Reserva o un Gran Reserva?

En fin, quizás sean los calores de este final de verano el que me ha hecho ponerme a pensar y divagar en estos temas. 

Por cierto, hoy mismo tengo cena con mis amigos, así que volveré a ir al baño en el momento clave , pero una cosa tengo clara y que aunque no tenga ni idea de donde viene ni los pimientos ni el chuletón que nos vamos a comer, todos seguramente digamos joer que bueno esta.

19 de Septiembre de 2016

Artículo publicado en Diario de La Rioja.

Nuestro especial paraíso.

Nuestro especial paraíso.

Por Gregorio Gordaliza Valbuena.

Bien es sabido por todos los miles de turistas que nos visitan al año e incluso por  todos los que vivimos aquí, ya acostumbrados, y que en muchas ocasiones no nos damos cuenta de todo lo que nos rodea, que nuestra comunidad es un pequeño “paraíso” en la tierra y no solamente por sus vinos, si no también por sus magníficos paisajes de media y alta montaña, su incomparable fauna y flora, y su inmejorable gastronomía. Casi todos los pueblos de nuestra Comunidad cuentan con uno o mas restaurantes o casas de comida, donde se puede dar rienda suelta a todos nuestros placeres culinarios, dato que es prácticamente imposible encontrar, en otra zona de nuestro país, y esto sumado a la hospitalidad de sus gentes, su gusto por vivir en la calle, sus magnificas fiestas y tradiciones, hacen dotar a nuestra Comunidad de un encanto especial.

Desde el punto de vista agrícola, no podría ser menos. Haciendo un recorrido por toda nuestra geografía, desde el Oeste con sus magníficos campos de remolacha azucarera, cereales, judías, guisantes y su apreciadísima patata, hasta los vergeles ribereños del este con su cotizadísima y raquísima verdura, donde destacamos sus alcachofas y espárragos así como el residuo casi exclusivo del champiñón nacional, magníficos frutales y olivares y todo esto acompañado de  hectáreas y hectáreas de un magnifico y precioso paisaje vitícola, con sus viñedos y bodegas, llegando incluso a existir un pretencioso y también discutido proyecto para hacer de este paisaje Patrimonio de la Humanidad.

Después de este recorrido por las bondades de nuestras tierras Riojanas, me gustaría centrarme , como es lógico por otra parte, en nuestra viticultura. La ordenación geográfica de La Rioja, protegida a ambos lados por sierras, que nos sirven de parapeto y nos protegen, unido a la influencia de nuestro queridísimo río Ebro, confieren un clima y una composición de suelo únicas para el cultivo de la viña. Hablando con nuestros viticultores se oyen incluso frases del tipo que “aquí la viña viene sola”. La verdad de esta afirmación es la que ha generado que la viticultura en nuestra tierra  no se le haya prestado mucha atención en los últimos años. Las grandes inversiones se han hecho siempre para mejorar Bodegas, construir templos enológicos con grandes y famosísimos arquitectos y los mejores y mas importantes proyectos de I+d+i se han destinado en su mayoría a mejoras en los vinos y en sus procesos, siendo la viña, la gran olvidada, sabiendo como se sabe, que es en la viña donde esta la excelencia y la diferenciación, aspecto que conocen y defienden muy bien nuestros vecinos franceses.

Otras zonas geográficas nacionales, sin contar con todas las bondades de clima y suelo que disponemos nosotros, apostaron en su momento, para contrarrestar este deficit de condiciones, por la investigación y la tecnificación de sus campos,  invirtiendo en investigación es sus viñedo, contratando ingenieros agrónomos, ingenieros  técnicos y asesores en sus bodegas para dirigir estos proyectos y obtener unas uvas cada vez mejores y mas rentables, logrando la elaboración de vinos de muy alto nivel que llevan tiempo compitiendo con nosotros en los mercados, restándonos cada vez mas nuestra pequeña porción del pastel.

Afortunadamente las bodegas y los viticultores de nuestra región se han dado cuenta de ello  y de su importancia vital  y están empezando a apostar por una viticultura mejor, mas sostenible, mas económicamente rentable y mas tecnificada. A un ritmo aún lento, están entrado a formar parte de las bodegas personal técnico especializado, ya que aunque parezca mentira, hasta hace poco, muy pocas bodegas disponían de un ingeniero  o un asesor externo para llevar y controlar tanto sus viñedos como los de sus proveedores. No se puede entender que una bodega con un número considerable de viñedo propio  no cuente entre sus colaboradores con personal técnico especializado en viticultura y que sean estos los que se responsabilicen de la producción vitícola y de los proyectos de investigación, que aún con cuenta gotas están llegando a nuestros campos, y que  toda bodega que se precie debería incluir en sus objetivos a medio-largo plazo. 

Nuestra viticultura actual se enfrenta a grandes retos futuros, como son el cambio climático y su influencia en la producción de uva y la tipología de nuestros vinos, así como la creciente e imparable aparición de enfermedades de madera que pueden provocar una muerte generalizada de nuestras cepas. Todo esto y muchas cosas mas hacen necesario una mayor apuesta de nuestros bodegueros y viticultores por personal técnico especializado y por mayor gasto presupuestario en investigación en la viticultura, así nuestras viñas, dejarán de ser el hermano pequeño de todo este negocio y de una vez por todas, se les otorgue la importancia que se merece.

21 de marzo de 2016

Artículo publicado en Diario de La Rioja.

Tiempos de debates…

Tiempos de debates…

Por Gregorio Gordaliza Valbuena.

Como podemos observar cada día en nuestra vida cotidiana, las redes sociales están presentes en todos nuestros ámbitos sociales, en ellas,  se comentan desde aspectos personales  hasta los puramente profesionales y en estos últimos los temas relacionados con los vinos son unos de los que mas actividad presentan.

Haces unos días revisando artículos y noticias relacionados con el sector vitivinícola ,entré en una conocida red social para profesionales, que entre otras actividades  promueve numerosos debates de diferentes temas, en función del sector de actividad en el que te hayas inscrito. En ella leí una noticia que me llamó mucho la atención y sobre la que debatían intensamente los integrantes del foro en cuestión. La noticia se había publicados unos días antes en un medio digital y venía a decir que Francia e Italia apuestan por el valor en sus vinos y España por el volumen” e introduciéndome mas en la noticia se hablaba que según el Observatorio Español del Mercado del Vino (OeMV), España había liderado el crecimiento global en términos de volumen en el segundo semestre del año 2015, mientras que en valor total de facturación distaba mucho de los datos obtenidos, vendiendo mucho mas, por los otros países históricos europeos, Francia e Italia.

Lógicamente el debate era intenso y había opiniones para todos los gustos. En él aparecieron dos términos que me gustaría resaltar, y que están muy presentes siempre en este tipo de debates, que son el de la Calidad y el de la Tipicidad., como factores que nos faltaban, según gran número de debatientes, para dar vuelta a este punto. 

Extrayendo estos comentarios y llevándolos a nuestra a Denominación, estamos cansados de oír que batimos todos los años récords de ventas, que cada vez exportamos mas …etc, y en contra punto, nuestros bodegueros siempre se quejan que los precios medios de ventas siguen siendo muy bajos. Según los que opinaban en el debate la falta de calidad era un factor determinante para que sucediese esto.

En mi opinión, esto No le sucede a Rioja, pues hay calidad de sobra en todos o casi todos nuestros vinos, pero respecto al segundo punto, la tipicidad, me hace dudar mucho mas. 

La Rioja se ha caracterizado a lo largo del tiempo por una tipicidad clara de sus vinos que además es por la que se le ha conocido a lo largo de la historia, pero en los últimos años esta marca se ha ido diluyendo poco a  poco,  apareciendo en el mercado vinos con el distintivo Rioja, que bien podrían ser de otras zonas, aún estando perfectamente elaborados, pero que carecen de esa identidad, cuestión que nos hace muy difícil defender nuestros vinos en el mercado, por lo que hay que tener algo mas. El valor fundamental para dar la vuelta a ese titular es combinar a la perfección Calidad y Tipicidad, defendiendo nuestro producto con uñas y dientes para conseguir entre todos un posicionamiento duradero de nuestra marca y nuestro estilo. Y ya sé que hay muchos mas factores que afectan, pero quizás sean estos dos, las bases de unos pilares en los que nos tenemos que basar para dar marcha atrás  a esta tendencia.

31 de marzo de 2016

Artículo publicado en Diario de La Rioja.