Resumen de un año raro...

Por Gregorio Gordaliza Valbuena.

Estamos ya en las postrimerías del año y desde todos los medios de comunicación empiezan a aparecer especiales, tanto visuales en la televisión, como en los suplementos que acompañan a las ediciones de los periódicos en el fin de semana, donde se intenta hacer un repaso de todo lo ocurrido durante el año, y que además, en este año 2016 vendrán cargados, ya que desde un punto de vista informativo ha sido un año muy intenso (elecciones con cierto “sorpaso” en EE.UU, la ingobernabilidad de nuestra querida España, guerras y atentados terroristas (esto desgraciadamente es norma general todos los años), terremotos, Olimpiadas, Eurocopa…etc hacen de este 2016 ciertamente un año para analizar.

De la misma manera, en lo que a nosotros nos respecta, ha sido un año extremadamente raro, puesto que veníamos de un 2015 muy benévolo en cuanto a lo climatológico, exceptuando a los que sufrimos dramáticamente los estragos de una tormenta de granizo a finales de agosto, que generó la vendimia mas temprana de la historia (por el Pilar practicamante  ya se había terminado la vendimia en La Rioja) y unos resultado cualitativos y cuantitativos muy óptimos.

Bajo estas premisas empezó un año 2016 que pasará a la historia como uno de los mas raros que se recuerdan. El invierno fue menos frío de lo normal, mas seco y solamente a finales del mismo (febrero y marzo) apareció el frío y un poquito de nieve (cada vez menos), iniciándose la primavera con lluvias abundantes (durante pocos días y prácticamente fueron las ultimas que sufrimos hasta bien entrado septiembre) y temperaturas mas altas de lo normal, con unos días a finales de abril, principios de mayo de un calor casi veraniego, lo que provocó una brotación optima, por lo rápida y homogénea que fue.

La floración fue también rápida y tranquila, sin demasiados sobresaltos, puestos que el clima era sano, sin excesivo viento, sin ninguna precipitación y nos indicaba que podía ser un buen año, tanto en la sanidad, como en calidad ( aunque nadie podría imaginarse lo que iba a desencadenarse en las vendimias).

Se empezó a “cruzar” un poco la evolución en el mes de junio y sobre todo julio, momentos cruciales para la viña, respecto a las enfermedades, ya que resuelto ser un inicio de verano extremadamente poco soleado, con temperaturas bastante bajas (recuerdo estar una noche en  San Torcuato – Rioja Alta- a mediados de julio  y el coche marcar 10 º C a las 23.00 de la noche). Esto desencadeno un ataque muy fuerte de Oidio en las zonas de Rioja Alta mas tardías y sobre todo en aquellos viñedos en espaldera que esperaron a que el racimo pesara un poquito para poder deshojar con máquina. Este ataque obligo a estar alerta a todos los viticultores de estas zonas , puesto que seguía habiendo condiciones optimas para su desarrollo y había reinfestaciones virulentas del hongo continuamente.

  Afortunadamente llego agosto y cambio radicalmente las tendencia de un verano anormalmente frío a sufrir los rigores de las altas temperaturas. Estas paralizaron los problemas con el Odio y generaron una evolución sanitaria muy optima en el viñedo, ya que seguía sin llover, minimizando la presión de enfermedades en el viñedo. Estas condiciones de sequía extrema que vivimos durante prácticamente toda la primavera, decir que el invierno fue bastante seco también, y durante el verano, generó un retraso en la evolución normal de viñedo que provoco que muchas parcelas, a finales de agosto sufrieran muchísimo estrés hídrico, llegando incluso a parar su actividad y no volver a retomarla, una de las causas principales de que muchos viñedos no ganasen mas azúcar hasta su vendimia.

En las visitas a los campos para aforar su producción, a finales de agosto- principios de septiembre, nos indicaban, que como había habido una buena floración/cuajado había una buena producción, pero que por lo efectos de la falta de lluvias, estos racimos estaban minimizados respecto a su peso, sin pensar por lo tanto, en una excesiva cosecha.

A mediados de septiembre, comenzó a llover intensamente, siempre en forma de lluvias dispersas, pero muy intensas. Este agua, que vino tan bien al cultivo, fue absorbida en prácticamente su totalidad por el racimos, efecto que es muy común en nuestro Tempranillo, aumentando el peso del racimo en casi el doble de aquellas mediciones que se habían realizado a finales de Agosto, pero ya era muy tarde para actuar, generando un aumento espectacular del rendimiento de los viñedos, con la consiguiente disminución del grado alcohólico y que en muchos casos, al estar ya la planta “tan parada” nunca llegaría a recuperarlo.

El aumento tan increíble  de la producción generó muchísimos problemas entre los viticultores y la D.O. ya que obligaron a tirar al suelo muchos millones de kg, en una decisión controvertida y discutible, y que generaría muchísimas opiniones, unos a favor y otros en contra, los que exigían que en situaciones excepcionales hubiese decisiones excepcionales.

Este es un breve resumen de este año 2016, tan distinto y diferente, que puede que no vuelva a suceder algo semejante nunca mas, o quien sabe, igual es la tendencia que vamos a sufrir en los próximos años, sea como sea, seguiremos intentando trabajar para producir una uva que es el motor de esta, nuestra “pequeña” y querida tierra.

30 de Noviembre de 2016

Artículo publicado en Diario de La Rioja.