
Nuestro especial paraíso.
Por Gregorio Gordaliza Valbuena.
Bien es sabido por todos los miles de turistas que nos visitan al año e incluso por todos los que vivimos aquí, ya acostumbrados, y que en muchas ocasiones no nos damos cuenta de todo lo que nos rodea, que nuestra comunidad es un pequeño “paraíso” en la tierra y no solamente por sus vinos, si no también por sus magníficos paisajes de media y alta montaña, su incomparable fauna y flora, y su inmejorable gastronomía. Casi todos los pueblos de nuestra Comunidad cuentan con uno o mas restaurantes o casas de comida, donde se puede dar rienda suelta a todos nuestros placeres culinarios, dato que es prácticamente imposible encontrar, en otra zona de nuestro país, y esto sumado a la hospitalidad de sus gentes, su gusto por vivir en la calle, sus magnificas fiestas y tradiciones, hacen dotar a nuestra Comunidad de un encanto especial.
Desde el punto de vista agrícola, no podría ser menos. Haciendo un recorrido por toda nuestra geografía, desde el Oeste con sus magníficos campos de remolacha azucarera, cereales, judías, guisantes y su apreciadísima patata, hasta los vergeles ribereños del este con su cotizadísima y raquísima verdura, donde destacamos sus alcachofas y espárragos así como el residuo casi exclusivo del champiñón nacional, magníficos frutales y olivares y todo esto acompañado de hectáreas y hectáreas de un magnifico y precioso paisaje vitícola, con sus viñedos y bodegas, llegando incluso a existir un pretencioso y también discutido proyecto para hacer de este paisaje Patrimonio de la Humanidad.
Después de este recorrido por las bondades de nuestras tierras Riojanas, me gustaría centrarme , como es lógico por otra parte, en nuestra viticultura. La ordenación geográfica de La Rioja, protegida a ambos lados por sierras, que nos sirven de parapeto y nos protegen, unido a la influencia de nuestro queridísimo río Ebro, confieren un clima y una composición de suelo únicas para el cultivo de la viña. Hablando con nuestros viticultores se oyen incluso frases del tipo que “aquí la viña viene sola”. La verdad de esta afirmación es la que ha generado que la viticultura en nuestra tierra no se le haya prestado mucha atención en los últimos años. Las grandes inversiones se han hecho siempre para mejorar Bodegas, construir templos enológicos con grandes y famosísimos arquitectos y los mejores y mas importantes proyectos de I+d+i se han destinado en su mayoría a mejoras en los vinos y en sus procesos, siendo la viña, la gran olvidada, sabiendo como se sabe, que es en la viña donde esta la excelencia y la diferenciación, aspecto que conocen y defienden muy bien nuestros vecinos franceses.
Otras zonas geográficas nacionales, sin contar con todas las bondades de clima y suelo que disponemos nosotros, apostaron en su momento, para contrarrestar este deficit de condiciones, por la investigación y la tecnificación de sus campos, invirtiendo en investigación es sus viñedo, contratando ingenieros agrónomos, ingenieros técnicos y asesores en sus bodegas para dirigir estos proyectos y obtener unas uvas cada vez mejores y mas rentables, logrando la elaboración de vinos de muy alto nivel que llevan tiempo compitiendo con nosotros en los mercados, restándonos cada vez mas nuestra pequeña porción del pastel.
Afortunadamente las bodegas y los viticultores de nuestra región se han dado cuenta de ello y de su importancia vital y están empezando a apostar por una viticultura mejor, mas sostenible, mas económicamente rentable y mas tecnificada. A un ritmo aún lento, están entrado a formar parte de las bodegas personal técnico especializado, ya que aunque parezca mentira, hasta hace poco, muy pocas bodegas disponían de un ingeniero o un asesor externo para llevar y controlar tanto sus viñedos como los de sus proveedores. No se puede entender que una bodega con un número considerable de viñedo propio no cuente entre sus colaboradores con personal técnico especializado en viticultura y que sean estos los que se responsabilicen de la producción vitícola y de los proyectos de investigación, que aún con cuenta gotas están llegando a nuestros campos, y que toda bodega que se precie debería incluir en sus objetivos a medio-largo plazo.
Nuestra viticultura actual se enfrenta a grandes retos futuros, como son el cambio climático y su influencia en la producción de uva y la tipología de nuestros vinos, así como la creciente e imparable aparición de enfermedades de madera que pueden provocar una muerte generalizada de nuestras cepas. Todo esto y muchas cosas mas hacen necesario una mayor apuesta de nuestros bodegueros y viticultores por personal técnico especializado y por mayor gasto presupuestario en investigación en la viticultura, así nuestras viñas, dejarán de ser el hermano pequeño de todo este negocio y de una vez por todas, se les otorgue la importancia que se merece.
21 de marzo de 2016
Artículo publicado en Diario de La Rioja.