En tiempos de poda…

Por Gregorio Gordaliza Valbuena.

Todos los que nos gusta pasear entre viñedos habremos observado estos días que, en contrapunto a lo que cabría suponer por el momento del año en el que nos encontramos, ya que son tiempos de lluvia, viento y nieve, que en el viñedo riojano existe un cierto  bullicio y ajetreo.

Podemos observar muchos tractores que con un ritmo frenético prepodan gran cantidad de hectáreas por día, otros amontonado sarmientos podados en pequeñas piras funerarias que al incendiarse nos hacen ver en el horizonte como si estuviésemos enviando  y recibiendo noticias través de señales de humo, cual indios americanos.

Pero entre todo este bullicio destacaríamos las cuadrillas de podadores que en un número variable van modificando y moldeando el paisaje del viñedo a su paso.

En tiempos pasados estas cuadrillas, además de modificar el paisaje, también llenaban el ambiente de olores y sabores puesto que muchos de ellos utilizaban los sarmientos podados para asar sus chuletillas, sus caretas, su chorizillos que compartían todos, en suculentos almuerzos, que hacía mucho mas llevaderos el duro trabajo y el efecto impenitente del crudo invierno.

Generalmente estas cuadrillas estaban formadas por viticultores de los pueblos cercanos que iban podando las fincas de todo aquel que requería de sus servicios. Eran buenos podadores, puesto que la mayoría de ellos tenían sus fincas propias que podaban con el mismo rigor con el que lo hacían para sus vecinos.

Desgraciadamente cada vez se ven menos de estas cuadrillas y se va perdiendo en el paisaje riojano ese olor a tierra y costumbres. En la actualidad, los viticultores y las bodegas en su afán por abaratar costes de producción contratan a cuadrillas formadas por personas que, en su mayoría, vienen de otros gremios, afectados, de alguna u otra manera, por la “pasada” crisis económica  y que ven en el campo una posible salida laboral, realizando el trabajo mucho mas barato y que corren y corren sobre el viñedo con las tijeras en la mano.

No quiero ponerme excesivamente técnico enumerando las ventajas de una poda correcta, pero si me gustaría determinar la importancia que tiene en el desarrollo posterior del cultivo; con una buena poda ajustaremos la producción dejando el número de yemas justo para su desarrollo, favoreceremos la sanidad  y equilibraremos todo su potencial vegetativo, ahorrándonos mucho trabajo y dinero en posteriores podas en verde y otras labores culturales y salvándonos, en muchas ocasiones, de la dolorosa labor de tirar uvas al suelo. Una poda bien hecha genera en la planta un equilibrio vegetativo necesario para la obtención de frutos de la mejor calidad.

Pues bien, sabiendo como sabemos de la importancia de una buena poda, ¿por que no le damos la relevancia que se merece? ¿Por que no nos damos cuentas que abaratando esta labor hipotecamos un buen desarrollo de nuestro viñedo y es probable que generemos mas gastos durante el ciclo vegetativo?, en fin, toda una gran paradoja.

30 de julio de 2020

Artículo publicado en Diario de La Rioja.